EL SAPOLIO

Mención Honrosa

Corría 1964 y en la población La Favorecedora un hombre menudo, chascón, de greñas hirsutas, de vestimenta rasgada y haraposa, de presencia intimidatoria, subía a diario por calle General Borgoño, llevando un saco de arpillera al hombro y gritando a voz en cuello: «¡Sapolio! ¡Sapolio! ¡Vendo sapolio!». Algunas mujeres temerosas le compraban, mientras los más pequeños huíamos despavoridos. La cocina y las ollas de los pobres se pulían con ese ceniciento polvo sin refinar extraído del mar. Durante años el hombre de figura escuálida, oscura y atemorizadora realizaba el mismo recorrido y se perdía lentamente en dirección a los arenales.

María Eugenia Ramírez Gall, 63 años
Antofagasta

Ilustración: Hombre Hada