Premio Talento Joven
La puerta que conducía a la habitación de descanso se abría. Pasaban horas antes de que ella, la residente, soltara el pincel que amaba como a su vida. Se sentaba bajo los cuadros de Nemesio Antúnez que yo solía mirar. En su mano un café recién servido y en el cuello una larga bufanda con plumas moradas, que ella llamaba su inspiración. Encendía la luz, pues ya caía el sol, y nos relataba sus historias por el mundo hasta que el reloj marcaba las diez. Tomaba su pincel, nos sonreía y volvía a trabajar.
Angelina Alfaro, 15 años
Antofagasta