PAN DEL DESIERTO

mención honrosa

Es un día martes, nada especial. Un campamento minero, como lo es Chuquicamata, para algunos es sólo una tierra de obreros; para mí, es algo singular. Muchos niños de mi edad esperan que lleguen sus padres de la mina para poder tomar el té junto a ellos. Yo espero junto a mis hermanos a que lleguen nuestros padres de la pulpería y que traigan el pan del desierto, tan caliente como si estuviera recién sacado del horno, y tan crujiente que las migas se asemejan a los granos de tierra que arropan al desierto ante la pasión del sol.

Fernando Olivarez Egaña, 18 años
Calama

Ilustración: Claudio Cárdenas (CASCO)