Mención Honrosa
Cuando sentí la primera sacudida, no le di importancia, me quedé en la cama. Otro temblor, dije. Cuando la tierra empezó a rugir y a moverse más fuerte corrí a la puerta, recé todo lo que me sabía y trataba de ver si las olas crecían en el horizonte, pero lo único que pude ver fue cómo el muro ondulaba y era perfecto. Un minuto más tarde, abracé a mi hermana, eufórica por el terremoto. Ella lucía tranquila y llena de joyas, las que agarró por si había que cambiarlas por agua y alimentos. Siempre fue más inteligente que yo.
Cinthia Rojas Castillo, 48 años
Antofagasta